“Aquí hay un vacío tan grande…y eso sí le digo a Dios, devuélveme mi chiquita, muerta o viva, yo necesito saber dónde está. Si está muertita, se va a dejar al cementerio y aun así sabremos dónde está pero esto de no saber nada, si estará muerta, si la están maltratando, si la tendrán drogada… ¡No!… ahora no hay corazón para todo eso”, así describe Rosario Benavides, abuela paterna de Yerelin Guzmán, la angustia a la que se enfrentan cada día en la familia desde la desaparición de la niña, el 11 de julio anterior.
Imagen de Yerelin y sus hermanos.
Esa noche de viernes, la pareja Guzmán Calvo tenía a sus tres hijos cenando en su casa, tres días después ninguno de los niños pasó la noche con ellos.
Yerelin despareció luego de ir a la pulpería con un primo, desde entonces no se supo más de ella. Las versiones que maneja la policía se bailan entre si perdió la vida, si la sacaron del país o está con vida dentro de nuestras fronteras.
A la familia han llegado decenas de supuestos. Entre ellos, según recuerdan los familiares, al cura del barrio se le acercó una persona para decirle que la tenían en una casa en Puriscal, también se ha disparado el rumor de que la había localizado sin vida en la orilla de un río o que estaría viva en otro país. Al preguntar con las autoridades, nada de esto se les confirmó.
Impotencia, dolor, amargura y zozobra son nubes que se postraron sobre la familia; el abuelo, Jorge Guzmán describe su casa como un hueco sin la risa de Yerelin o los correteos de sus hermanos, quienes se mantienen en un albergue del Patronato Nacional de la Infancia (Pani) y donde permanecerán por seis meses.
“Me da mucho pesar ver que mi hijo y mi nuera están pasando por la pérdida de mi nieta y, como si eso no fuera suficiente, el Patronato se lleva a los otros dos niños, ahora que no quieren darlos hasta que ellos se vayan de aquí y eso no puede ser, ellos (las autoridades) no le van a dar una vivienda donde irse y aquí, pobremente como vivimos, a ellos no les falta nada, no les falta ni el arroz, ni los frijoles. Mi hijo es un gran trabajador”, comentó Guzmán.
Comentaron los abuelos que les preocupa la estancia de los hermanos de Yerelin en el albergue del Pani. Según ellos, los niños manifestaron que han recibido aparentes agresiones por parte de otros niños.
De acuerdo a lo conversado con Crhoy.com este miércoles, sus padres sólo han podido verlos en una ocasión y aunque, cuando llaman utilizan el altavoz se les restringe hablar con otros familiares.
“El mayorcito tiene un soplo en el corazón y padece de alergias por las que necesita tratamiento. Tuvo una cita días atrás, Hellen fue a la cita y cuando él la vio salió en carrera a toparla, la de Pani gritaba que agarraran al chiquito, que se le iba a escapar y hasta llamaron a la policía, eso es una barbaridad”, comentó la abuela.
Ambos concuerdan en que, quien gasta sus energías llenando el hogar de alegría, es la pequeña Saray, la única nieta que vive en este momento en la casa.