
Los “piropos” y otras expresiones que se gritan en la calle son parte de la violencia sexual gestual y verbal.
El autobús va lleno, no cabe ni un alfiler. Usted sube las escaleras, paga el pasaje, camina hasta donde puede e intenta acomodarse en una silla que -de milagro- queda vacía. Pero entonces aparece un sujeto, totalmente desconocido, que la roza más de lo que debe, la toca, le hace gestos vulgares y hasta se abre el pantalón. Peor todavía, usted queda con la sensación de haber hecho algo malo, que “qué vergüenza” y que no puede hacer nada… Si usted es mujer, vive en Costa Rica y ha viajado en autobús, esta historia le suena familiar. Lamentablemente, estas son situaciones que enfrentan la mayoría de mujeres por lo menos una vez en sus vidas, y es que los acosadores aprovechan los autobuses –y el transporte público en general- para ofenderlas sexualmente.
Según Ana Hidalgo, coordinadora del Área de Violencia de Género del Instituto Nacional de la Mujer (Inamu), estas insinuaciones son quejas constantes de las mujeres que han creído que es “normal” o que es “por su culpa” que se dan esas situaciones, que incluso han llegado a ser más graves cuando los hombres ventilan su anatomía sin decoro alguno.
“Si uno le hace esa pregunta a cualquier mujer, ella le va a decir que sí, hemos tenido experiencias de violencia en los espacios públicos y el bus es uno de esos lugares. Tiene que ver con gente que al estar llena la fila, pasa y siente que la pueden tocar. El manejo del espacio, tiene mucho que ver cómo las mujeres y los hombres nos apropiamos del espacio, en ocasiones tenemos que ver cómo nos arrinconamos para no sentirnos incómodas. Son personas que requieren una reafirmación de su sexualidad enseñando sus miembros porque su placer deriva de que los otros los vean”, afirmó Hidalgo.
La experta afirmó que esto tiene que ver con la ideología machista de los hombres que creen que todas las mujeres son públicas y que tienen derecho a hacer con sus cuerpos lo que les da la gana sin pedir permiso.
En su opinión, esto tiene que ver además con la desvalorización de la mujer en la sociedad, que no se da a respetar ni que tiene dignidad.
“No importa si usted quiere o no quiere, él se siente en el derecho de que puede tocarla porque al final de cuentas ellos son los dueños del espacio (…) a la gente le cuesta mucho entender cuando hablamos de la discriminación y de una sociedad que desvaloriza a las mujeres porque se da en la cotidianeidad. El problema es que el espacio público es un lugar donde hombres y mujeres no nos movemos de la misma manera. Las mujeres estamos más expuestas a que nos agredan porque eso que nos muestren su miembro es una agresión, están invadiendo mi espacio”, añadió Hidalgo.
En el 2011, el Tribunal de Flagrancia condenó a un hombre de 39 años de apellidos Sossa Maltés por haber tocado los genitales de una mujer de 25 años que caminaba por el Parque Central y posteriormente en la plaza de las Garantías Sociales.
Al hombre se le sentenció por haber levantado la enagua a la mujer y tocado su glúteo y vagina. El juez impuso cuatro años y seis meses de prisión por abuso sexual, pero anteriormente a Sossa se le había condenado a seis meses de prisión preventiva por posesión ilegal de armas, que no cumplió porque se le otorgó libertad condicional. Sin embargo, ante el segundo delito, el juez la revocó y también tendrá que descontarla.
No solo en Costa Rica, Latinoamérica también es víctima de acoso en buses
Según informa el diario El País de España, en Latinoamérica estos problemas son frecuentes; solo en México, el 65% de las mujeres afirma haber sido víctimas de algún tipo de violencia de género en medios de transporte, mientras que en Brasil la cifra es de 44%.
Shomik Mehndiratta, experto en transporte del Banco Mundial afirmó que estas cifras solo reflejan una parte de la población que lo reporta, pero “el porcentaje puede ser mucho mayor”.
La situación es tan lamentable, que en México han tenido que adoptar medidas como colocar barreras que sirvan de límites para los espacios exclusivos para mujeres y niños. Y en Brasil los diputados estudian un proyecto de ley para penalizar los acosos sexuales en los buses.
El Banco Mundial analiza una campaña con aplicaciones contra el acoso en los servicios de transporte público, pero según admiten las mismas mujeres, denunciar este tipo de conductas no es fácil.
Hidalgo no descarta iniciar una campaña contra el abuso en Costa Rica, incluyendo no solo transporte público, sino también espacios públicos como parques, aceras o paradas, pero también pide a las mujeres denunciar y en el caso de los buses, exigir a los choferes, bajar al agresor de la unidad.
“El problema son los grados, la misma lógica de pensamiento que justifica el que yo pueda decirle a una mujer cualquier cosa en la calle, es la misma que lleva a algunos de estos hombres a violar a las mujeres porque la cultura no me censura, minimizan el impacto. Nos cuesta mucho (denunciar) porque nos da vergüenza pero el asunto es exhibirlo a él, la vergüenza no tiene que ser de nosotras, somos las que estamos siendo víctimas de un irrespeto, es evidenciar a esa persona para que todo mundo lo vuelva a ver y le reproche la conducta. Tenemos que lograr que haya más reproche social, que sean más rechazadas socialmente de tal manera que los hombres se contengan un poco más a la hora de hacer esto”, complementó Hidalgo.
Maritza Hernández, de la Cámara Nacional de Transportes aseguró que hasta el momento no han recibido denuncias de este tipo por parte de las empresas, porque cuando sucede algo similar, el usuario tiende a poner la queja ante la prestadora del servicio.