José Cubero es un joven de 21 años que hace siete meses decidió cambiar su vida para que dejaran de llamarlo “el gordito” y porque se cansaba con mucha facilidad. Desde entonces ha perdido 53 kilos y, aunque todavía le falta dejar atrás unas cuantas libras, asegura que ahora es una persona feliz.
Cuando era adolescente, el vecino de Ciudad Colón realizaba deporte y era más delgado pero a los 14 años empezó a engordarse a tal punto que con 20 años pesaba 170 kilos y su talla de pantalón era 48. Pero la convicción y las ganas que tenía de recuperar su figura lo llevaron a someterse a un plan alimenticio y a practicar, de manera constante, ejercicio. Ahora llega a las tiendas a pedir pantalones talla 38, diez talas menos que hace un año.
“La motivación han sido varios factores, ya no conseguía ropa, el hecho de tener que ir a una tienda talla grande a ver si conseguía una camisa, el sentirse siempre pesado, siempre tenía ganas de estar durmiendo… Antes jugaba fútbol y el hecho de no poder hacerlo más también me motivó a buscar una solución. Ver cambios de otras personas, que pudieran hacerlo, me impulsó a tener un estilo de vida bueno”, aseguró Cubero.
Durante mucho tiempo lo intentó sin resultados, porque no se lo había propuesto en serio como él mismo dice, pero hace siete meses simplemente dijo “¡yo puedo!” y se olvidó de todas las excusas y los “peros”.
“Yo comía de todo y en gran cantidad. En el desayuno podía comer gallo pinto, huevo, salchichón, pan, natilla pero en cantidades grandes… Uno en ese momento nada más come y está feliz pero uno no piensa en el futuro, en lo que pasará, hasta que me vi en el espejo y dije ‘¿cómo llegué a esto?’ Tenía pavor de ir al médico, era como lo más quitado para eso y siempre trataba de usar alguna excusa para no ir porque sabía que me iba a decir que algo estaba mal. Entre más me decían, menos lo hacía”, reconoció.
Algunas personas le hacían comentarios negativos sobre su peso pero él siempre trataba de cambiar el tema e ignorarlos y cuando le mencionaban la palabra “dieta”, el enojo se hacía presente, “sin darme cuenta que lo que querían era ayudarme más bien”, reconoce ahora.
“Hasta el mismo trato de la gente cambió y eso es algo que también lo motiva a uno, ya ni me sentaba en un bus para no incomodar a la gente, ahora veo gente que me dice ´¡Cómo has cambiado!’. Me dicen que me veo feliz, con vida, algo que creo que antes estaba perdiendo… Lo que hacía era comer con los sentimientos, me enojaba y comía, me ponía feliz y comía y ahora sí sé canalizar eso; si tengo un sentimiento de enojo, hago algo en vez de estar comiendo”, dijo el josefino.
Agradece poder conseguir ropa en cualquier tienda
“Ha sido un cambio total, ahora duermo tranquilo; antes roncaba como un camión bajando el Monte del Aguacate… Uno se siente más fresco. Solo el hecho de poder ir a cualquier tienda y conseguir una camisa o un pantalón que le quede es algo totalmente diferente”, expresó.
El joven entrena cinco veces a la semana y come de manera más saludable. Eso sí, por las mañanas no le puede faltar el gallo pinto con queso y sabe que a media mañana debe comer una fruta. Para la hora del almuerzo, aprovecha para comer ensaladas, carne, arroz integral y verduras, productos que ahora ve desde otra perspectiva. Por la noche toma una cena liviana.
Todavía debe bajar algunos kilos porque su peso ideal es de 93 kilogramos, sin embargo, lo lleva con calma, disfrutando el proceso y siendo feliz.
Usted, ¿cree que no puede? ¿Cuál es su excusa para no ejercitarse? José las venció todas y hoy disfruta de los resultados.