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Con sólo un trago se disminuyen las habilidades al volante, euforia le hará creer que sí lo puede hacer

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(Imagen tomada de internet).

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“Aparece una sensación de confianza, de euforia. Manejo agresivo y temerario obedeciendo a impulsos sin razonar”, es así como se describen los efectos de una persona que presenta una alcoholemia de 0,8 gramos de alcohol por litro de sangre.

Eso es lo que probablemente sintió el conductor del vehículo donde viajaban las tres personas que fallecieron durante la madrugada de agosto pasado… Esto debido a que la alcoholemia del conductor dio positivo.

Pero, ¿qué es lo que hace que una persona habiendo tomado insista en conducir? Para la doctora Luisa Oviedo, del Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) eso se debe a que aumenta el empoderamiento emocional de las personas, que creen que son capaces de hacer cualquier cosa pero que en realidad se reduce su capacidad fisiológica para actuar y reaccionar.

Es decir, usted se sentirá bien y fuerte, pero físicamente ya aparecen efectos como la pérdida del equilibrio y la agudeza visual.

“Lo que pasa es que al tomar licor, cuando yo empiezo a consumirlo, hay una etapa donde estoy iniciando la intoxicación (lo que llamamos “picados”). Normalmente esa etapa, en una persona que no tiene una dependencia o tolerancia, puede darse inclusive con la tercera cerveza. Ya en este momento -emocionalmente- hay cambios fisiológicos y emocionales. En los fisiológicos perdemos la perspectiva de las cosas: ¿dónde están? Empezamos a caminar como extraño y ya pensamos más de ir a un lugar a otro, de si me levanto para no caerme, cosas así porque se pierde la perspectiva”, detalló la doctora Oviedo.

“En la parte emocional, las personas adquieren más fuerza y ahí es donde pierdo la vergüenza; por ejemplo, una persona tímida empieza a cantar, a bailar, es más sociable y pierde esa capacidad de medir el peligro. Creo que puedo hacer “x” cosa y realmente estoy en un riesgo. El manejar es una de esas circunstancias, meterse al mar o pozas bajo los efectos del licor, también; es decir, que hacen cosas que normalmente, si no estuvieran bajo los efectos del licor, lo pensarían más porque estamos perdiendo esa capacidad de medir el peligro”, agregó.

(Clic para ampliar, información tomada de www.luchemos.org.ar/).

(Clic para ampliar, información tomada de www.luchemos.org.ar/).

De acuerdo con Oviedo, a partir de tener en promedio unas 8 onzas de alcohol (un trago) en la sangre es cuando se empiezan a dar esos efectos.

“Esto ya va al cerebro y empezamos a perder capacidades, principalmente en el cerebelo: se pierde el equilibrio
por esto falla la agudeza visual, la perspectiva”, explicó.

El problema se agrava porque en este todo es motivo para la ingesta de alcohol: desde el triunfo de la Sele hasta una cabanga. La experta cree que todo lo anterior incide para que quien toma se crea capaz de manejar.

“Lamentablemente se debe a nuestra cultura alcohólica, en donde en el rezo del Niño se hace con ponche y cualquier celebración la asociamos con alcohol. El tico no sabe tomar, es muy difícil que alguien pueda decir “yo sé tomar”. El tico tiende a tomar mucho por la misma cultura: empezamos desde muy pequeños a hacer el uso y desde muy jóvenes empezamos a tener esa apertura con el licor, entonces iniciamos a abusar, a ser más tolerantes, y ahí es donde viene ese riesgo donde muchos dicen: -“yo puedo. Yo he manejado con tres cervezas y no me pasa nada”.

“No pasa nada”, eso mismo no pueden decir 359 personas que fallecieron en accidentes de tránsito. En muchos de esos percances, medió el alcohol.


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