Siete años preparándose en Cuba para ejercer como médico le sirvieron de poco a Paul Carballo, joven de 27 años y vecino de Curridabat, quien aún no logra cumplir una serie de requisitos para trabajar en el país.
Hace dos desde que regresó con el título bajo el brazo de la Escuela Latinoamericana de Medicina de la Universidad de La Habana, lleno de esperanza, pero los tragos amargos para incorporarse al Colegio de Médicos y Cirujanos lo obligaron a estar desempleado. No sin antes fungir como vendedor en un mercado y -más recientemente- como misceláneo durante tres meses en una empresa que cerró operaciones.
“Salimos como médicos cirujanos en medicina general. La carrera es muy pesada y exigente, desde primer año ya estamos tocando pacientes (…) Presentamos el pentium académico, títulos y copias, certificados a través de la Cancillería, al Consejo Nacional de Rectores (Conare), que nos hace un expediente, después de un cobro de 125 mil colones”, manifestó Carballo.
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¿Qué es lo que pasa? El expediente es enviado a la Escuela de Registro de la Universidad de Costa Rica (UCR) para realizar el examen de equiparación y convalidación de títulos que les permita incorporarse al colegio profesional. Este último paso recae en la Escuela de Medicina y señalan que no es acorde con el aprendizaje adquirido…
“Si el pentium académico no llega a un 80% de homología al programa que se da en la UCR hay que realizar un examen especial. Actualmente nos realizan un solo examen –disponible dos veces al año- que tiene cierto porcentaje de preguntas de fisiología, farmacología y anatomía. El nivel académico que muestra el examen no es para un médico general básico”, reprochó el joven.
La prueba se convirtió en un obstáculo para unos 80 médicos ticos, graduados en universidades de Cuba o México. La mayoría de escasos recursos, algunos trabajan en piñeras o reparten volantes en la calle, a la espera de ganar el examen, algo que parece ser más complejo que la carrera misma, por lo que el sueño se aleja.
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“Hay interés de que los médicos graduados en Cuba no ejerzan en el país. No estamos en desacuerdo con el examen, se puede realizar pero pedimos que sea equitativo. Somos médicos generales y ellos nos dan unas preguntas, que vistas por expertos no coinciden para nosotros”, añadió Carballo.
Hasta en piñeras
Médicos cabécares o bribris, quienes no tenían las condiciones para estudiar en el país, están dentro de ese grupo que logró superarse académicamente en el exterior. Un médico forense graduado en la Universidad de Guadalajara, optó por pedir un préstamo en la Comisión Nacional de Préstamos para Educación (Conape), para ingresar a una universidad privada, convalidar algunas materias y así concluir –de nuevo- la carrera. Ya tiene título emitido en el exterior pero aquí no se lo validan.
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“Tuvo que endeudarse para que una universidad privada aquí le convalidara sus estudios a un 50% de la carrera y empezó en tercer año. Hace dos años que está cursando la carrera, siendo especialista. Es decir recomenzó desde la mitad (…) Yo estoy desempleado, pero en este grupo hay madres, padres, un muchacho en San Carlos que trabaja en una piñera, con jornadas de 14 horas. ¿En qué momento estudiará el temario que hace seis años vio para el examen de convalidación?”, expresó Paul.
La única opción para Carballo es ganar el examen, no cuenta con la solidez económica para buscar opciones laborales en el extranjero como otros de sus colegas, que se han marchado porque la convalidación de títulos tiene menos trabas fuera de nuestras fronteras.
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Edgardo Araya, diputado del Frente Amplio (FA), junto con los médicos, se reunieron recientemente con Henning Jensen, rector de la UCR y miembro de Conare, para buscar un consenso sobre la prueba. De momento, es incierto si existirán cambios.
“Estamos esperando el resultado de unas apelaciones, si no realizaremos el examen en octubre y buscaremos una reunión con el presidente de la República, Luis Guillermo Solís”, cerró el joven.