Cuando nos estresamos, nuestro cuerpo experimenta una serie de reacciones negativas que van afectando al propio organismo y cuando ese estrés se vuelve constante en nuestra vida, aumenta el riesgo de sufrir un infarto.
Por ejemplo, hacer ejercicio libera hormonas que nos hacen sentir bien y nos relajan, como las endorfinas, pero hay otras que se liberan cuando usted se estresa y lo que producen es cansancio, según explicó el cardiólogo Walter Marín, especialista de la Clínica Consulta Cardiovascular.
“Hacen que la persona sea muy veloz, rápida, impaciente, que esté irritable, que siempre tenga prisa, que tenga un estilo dominante, autoritario y que por lo general tenga dificultad para expresar sus emociones”, comentó Marín.
Algunos de los eventos que se generan en nuestro cuerpo cuando estamos bajo mucho estrés no solo los resiente su carácter sino que además tienen consecuencias en el corazón, los músculos, la cabeza y hasta el sistema digestivo (Ver infografía).
El estrés se define como la tensión provocada por situaciones que son agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos. Algunas personas acumulan la tensión y con el tiempo el cuerpo se desgasta hasta desarrollar el agotamiento vital, que se caracteriza por alta irritabilidad, fatiga y desmoralización.
Un estudio del Centro Hospitalario Mount Sinai de la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, indicó que el agotamiento vital podría aumentar en un 36 por ciento la posibilidad de sufrir un infarto.
Pero además, el Doctor Marín asegura que “en pacientes coronarios con agotamiento vital el riesgo cardiovascular se incrementa a un 180 por ciento, tres veces más de las probabilidades”.
Marín explicó que aunque desde finales de los años cuarenta se estudia el estrés no fue sino fue hasta hace dos años que fue establecido como un factor de riesgo a enfermedad cardiovascular, así como la hipertensión y los problemas de colesterol. Así que, respire profundo, cierre los ojos y tenga paz…