Eugenio, cuya identidad se encuentra protegida, está casado desde hace 35 años y tiene tres hijos. Hace 12 años, su esposa descubrió que él tenía relaciones extramatrimoniales, se masturbaba compulsivamente y asistía a salas de masajes. Ella, psicóloga de profesión, se dio cuenta de que algo andaba mal, había contraído matrimonio con un adicto al sexo.
“Lo más difícil ha sido dejar la pornografía en esta etapa de recuperación y darme cuenta de que en este país hay muchos más que padecen esta enfermedad pero que se niegan a darse cuenta.
Algunos de los síntomas son masturbarse compulsivamente, tener relaciones siendo infiel, andar buscando mujeres para tener sexo por poder, pagar prostitutas, así como comprar decenas de aparatos de tipo sexual, entre otras muchas cosas que uno hace”, reconoció Eugenio, quien es parte de una fraternidad donde ayudan a las personas que tienen este problema.
El hombre aseguró que “se vive en una mentira, incluso teniendo a veces una doble vida y lo más difícil es reconocer que se tiene un problema”.
“Yo prefería no asistir a una fiesta familiar, por ejemplo, por quedarme en la casa solo y ver pornografía y masturbarme, entonces cuando usted se da cuenta que el sexo lo hace dejar de hacer otras cosas realmente importantes, es cuando hace conciencia de que tiene un problema”, aseguró.
Esta familia buscó ayuda -primero- con un psicólogo y los resultados no fueron positivos. Después decidieron buscar ayuda con un sexólogo y lograron mejorar pero finalmente dieron con lo que ha sido la solución: averiguaron que existía una fraternidad denominada Sexo Adictos Anónimos, ubicada en Paseo Colón, en San José Centro, que busca controlar el trastorno mediante la terapia y el mecanismo de compartir experiencias con otros que presentan el mismo problema.
El grupo se maneja bajo una visión similar a la de Alcohólicos Anónimos y mediante doce pasos y doce tradiciones logran darle consejos a las personas y “el único requisito para ser miembro es el deseo de liberarse de la esclavitud que es la adicción al sexo”.
Según Eugenio, son conscientes de que el adicto está fuera de control y experimenta una tremenda vergüenza, dolor y odio contra sí mismo.
“Una gran mayoría de las personas que asisten a la fraternidad, la cual goza de más de cuarenta miembros, sufrieron alguna violación o abuso sexual en su vida”, acotó.
Las reuniones son los miércoles de 7:00 p.m a 9:00 p.m y los viernes de 6:00 p.m a 7:30 p.m y sábados de 2:00 p.m a 4:00 p.m.
Sexólogos no lo catalogan como una enfermedad
De acuerdo con el sexólogo Eduardo Ruiz, ellos no comparten el diagnóstico de que existe una adicción al sexo como enfermedad en sí, sino que el problema surge cuando la persona es muy pobre en el control de los impulsos y algunas conductas en específico.
“Es un problema de valores, capacidad de comprometerse y desde mi punto de vista, el sistema de los doce pasos que se aplica muy parecido al de Alcohólicos Anónimos, no es una forma adecuada, eso ha resultado genial para el alcoholismo, pero no cuando es un problema de toma de decisiones”, destacó.
Agregó que aceptan que existen conductas compulsivas sexuales, pero para tratar eso se debe conocer cuál es el origen vivencial de su necesidad y porque se produce ese comportamiento en especial.
“El sexo es placentero y una persona que experimente un orgasmo va a querer tener otro y otro y otro, pero la forma de evaluar si una persona tiene un trastorno no es de forma cuantitativa, o sea si se masturbo 10 veces o si tengo equis o ye relaciones sexuales es que hay un problema cualitativo y la forma de ejercer su sexualidad le está produciendo limitaciones en algún campo o que va en contra de sus valores y que incluso lo hacen llegar a traicionar a su pareja.
Nosotros como sexólogos no compartimos ese diagnóstico porque el deseo sexual es algo natural y no debería reprimirse, sin embargo, si ya se convierte en algo que le afecta y que causa daño a terceros, debe irse al origen del problema”, destacó.
Para la sexóloga, Ana María Mora, hay que analizar si estos comportamientos no están ligados con la psiquiatría.
“Existe el trastorno obsesivo compulsivo que obliga a la persona de manera periódica y reiterada a realizar ciertos comportamientos sexuales, pornografía y relaciones de infidelidad, pero muchas veces, eso se presenta porque no logran establecer un vínculo de pareja y en la parte sexual y aunque las reuniones en grupo son muy buenas, yo pienso que siempre tiene que ir acompañado de terapia sexual”, mencionó.
Existe además ayuda tecnológica. Esta es un App para iPhone que ayuda a más de 1 millón de personas a luchar diariamente contra la adicción al sexo.