No saber decir “no” al brindis de Navidad, no declinar invitaciones de fiestas de fin y principio de año, salir con la intención de no tomar pero ceder ante el antojo de ver a los demás hacerlo… Son situaciones que provocan que quienes se someten a moderar su consumo de licor, suspendan su tratamiento en esta época.
De acuerdo con el registro de consultas que lleva el área de Atención a Pacientes del Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) en diciembre se aprecia un patrón de disminución de las personas que asisten, mientras que en enero retoman la consulta y por ende se incrementa la cantidad de personas que atienden.
“En el IAFA, en centros privados y en grupos de alcohólicos se ve un aumento significativo en las consultas. En este momento hay un ausentismo muy grande en las consultas. En enero viene la consecuencia de estas fiestas prolongadas y el consumo de alcohol”, advirtió el doctor Luis Eduardo Sandí, psiquiatra y especialista en adicción.
Esta situación no discrimina: personas con años en tratamiento o aquellos que apenas lo inician tienden a recaer en estas épocas.
“Son más propensos a recaer los que están iniciando. Se trata de gente frágil que tiene semanas o meses siempre le aumenta el riesgo a quienes están empezando el proceso, pero aún así siempre vemos inclusive a quienes tienen años (en tratamiento)”, aseguró Sandí.
“Durante esta época, clínicamente hay un aumento importante de la gente que recae que ha estado en tratamiento porque hay mayor probabilidad e incitación de consumo. Consideramos que es una época de demasiada actividad social, de fiesta, de facilitación y promoción del consumo, lo que tiene repercusiones desde el punto de vista adictivo, hay casos de gente que ha estado bien y ha estado luchando por no consumir, pero en esta época ceden a la presión”, complementó el doctor.
Según Sandí, la presión social es tanta que terminan cediendo, y además, las personas recaen debido a que sienten una experiencia positiva al retomar la ingesta.
Por otra parte, quienes estén en tratamiento o con adicción a otras drogas tampoco pueden consumir, porque el alcohol causa que se “encienda” el cerebro y dispara el consumo de otras drogas, según explicó Sandí. Por esto, el especialista advierte evitar este tipo de eventos para estas personas.
“Las personas adictas no deberían consumir y deben evitar al máximo exponerse a situaciones donde habrán bebidas alcohólicas. Quien está en recuperación o tratamiento no debería ir a fiestas, a bares, discotecas o actividades sociales donde hay alcohol. Tendría que relacionarse con personas que no consuman y participar en actividades libres de alcohol”, aconsejó.
Por otra parte, está el incremento del consumo debido a que “alivia” otros problemas. “Si está tomando para aliviar algún sistema emocional, si tiene depresión, ansiedad, un dolor emocional o insomnio, hay un alto riesgo de que se empiece a utilizar el alcohol para aliviarse y empieza la dependencia. Luego tiene los dos problemas: la dependencia y el problema de fondo”, afirmó.
A pesar de las épocas de celebración, el IAFA tendrá habilitado su servicio de urgencias y pone a disposición la línea gratuita y confidencial 800-4232-800.
Beben para intoxicarse
Según el sitio www.addaction.org.uk, el 54 por ciento de los hombres aumentan su ingesta de alcohol en diciembre, y en el caso de mujeres el 41 por ciento se excede en la bebida.
De acuerdo con el doctor Sandí, se considera que una mujer debe tomar dos tragos por sentada, mientras que un hombre tres. Cuando hay ocasiones especiales se puede aumentar a una bebida de más a cada uno de los géneros.
“La gente tiene que aprender a no tomar para intoxicarse, sino para disfrutar. Ese es el problema hay que aprender a tomar y comer de manera inteligente. El problema es que las personas no consumen con moderación el licor”, añadió.
El incremento en el consumo de licor trae repercusiones en la salud, tales como un inmediato efecto tóxico en el sistema gastrointestinal (puede provocar gastritis y reflujo), tiene efectos cerebrales (desinhibir la conducta, hay menor capacidad de coordinación, de medir el riesgo, y esto trae de consecuencias riesgo de accidentes, conducta violenta), problemas de mala nutrición (debido a que este tipo de bebidas libera azúcares por la cantidad de calorías que posee) que provocan sobrepeso, alteración de los lípidos, triglicéridos, hipertensión, diabetes, y problemas cardíacos, entre otros.
“El alcohol tiene muchas calorías que liberan azúcares. Hay gente que aparte de la comida también toma un trago, que equivale entre unas 170 y 200 calorías; es decir se llegan a tomar 10 cervezas que pueden sumar unas 2.000 calorías”, advirtió.