Rónald Alán, el entrenador de porrismo recientemente condenado por abuso sexual, insiste en su inocencia.
Su abogada apeló la decisión del Tribunal y ahora él espera que este proceso no tarde años como pasa en algunos casos y que pueda tener la oportunidad de un nuevo juicio que le de la opción de defenderse.
Lo acusan seis años después de que habría ocurrido el hecho
A Rónald Alán lo acusaron en el 2012 de abuso sexual en perjuicio de una menor de edad. La víctima, una joven de 23 años, denunció el hecho seis años después de que habría ocurrido.
Según se lee en la sentencia 12-000196-0994-PE, el supuesto abuso se dio cuando la joven tenía 14 años.
En la parte de la valoración de la prueba, el Ministerio Público y la propia ofendida, acusaron al encartado de haber invitado a su casa a la joven, en ese entonces menor de edad. Señalan que, supuestamente, Alán habría besado y tocado a la joven sin su consentimiento.
Según el relato, eso ocurrió en el 2006, cuando ella era estudiante de secundaria del Colegio Saint Clare y formaba parte del equipo de porrismo de la institución.
Se trataba de una actividad extracurricular (las prácticas se realizaban con posterioridad al horario de lecciones ordinarias). Es por eso que usualmente -luego del entrenamiento- su entrenadora la llevaba hasta su casa o a un lugar intermedio donde la recogía su madre.
Pero en una oportunidad, entre agosto y setiembre de ese año, su entrenadora no podía llevarla y en su lugar el imputado se ofreció a hacerlo. De acuerdo con la descripción de la víctima, él la invitó a su apartamento y luego de que le ofreció un pastel abusó de ella: la besó y le tocó sus partes íntimas. El lo niega todo.
Para Alán, todo se debe a una “venganza deportiva”. Según el entrenador, en resumen la denuncia viene en un momento en que él como Director de la Federación Costarricense de Porrismo, impidió la participación de dos estudiantes, en una competencia internacional. Una de las dos jóvenes es la denunciante de esta causa.
Se le liga con la menor, porque Alán acudía al colegio de la denunciante contratado para la música y la filmación de las rutinas.
Pero, ¿cómo es la cárcel para una persona que se dice inocente? En un cuaderno cuya portada tiene a Mafalda, casualmente esa pequeña argentina que lucha en contra de las injusticias, Alán lleva su crónica o “time line”.
Es el día 43 desde que le impusieron prisión preventiva y en ese cuaderno donde apunta los pocos días en los que ha recibido sol, allí anotó la entrevista con crhoy.com, el pasado lunes.
En el módulo C1 de la cárcel de San Sebastián, convive con otros 69 reos. Y en una sala aparte de ese centro penitenciario cuenta el duro proceso que ha vivido al cambiar la comodidad de su cama por una esponja -si es que logra conseguir una cuando las reparten- para dormir en el suelo.
Popularmente se dice que para forjarse un nombre se puede tardar mucho tiempo, pero para ensuciarlo basta un segundo. Sin embargo, Alán considera que es una persona conocida y que esta acusación no le impedirá continuar formando profesionales, como lo hace desde hace 25 años.
Apeló sentencia
Como muchos privados de libertad, el ‘chino’ -como le dicen sus allegados- se dice inocente, y luchará por demostrarlo.
“¿Por qué la palabra de una mujer vale más que la de un hombre? ¿Cómo los testigos de ella sí cuentan en el proceso y los míos no?”, cuestiona el ahora condenado a 5 años de cárcel.
Alán cuestiona la calidad de su juicio, piensa que los Jueces no deliberaron su caso lo suficiente e incluso cree que no hubo objetividad.
Así también lo consideran decenas de personas que el último viernes de junio realizaron una marcha y vigilia frente al Poder Judicial y que ponen en duda la balanza con la que su caso se midió.
Ahora Alán solo espera que no se colme su paciencia y que pronto tenga que apuntar en su cuaderno de Mafalda las palabras “nuevo juicio” y, ¿por qué no?, “libre”.