



“Yo había probado lo que era el licor y con un trago ya había quedado mareado por un gran rato… Probé el cigarro, que tampoco me gustó por el sabor y todas esas cuestiones. Lo que fueron drogas del más alto calibre nunca hice el intento, tampoco me llama la atención”, repasó David ‘Medallita’ Jiménez, boxeador costarricense y único deportista tico (de entre 75 que participaron) que logró hacerse con una presea en los recientes Juegos Panamericanos Toronto 2015.
Esa manifestación describe parte del ambiente difícil en el que creció ‘Medallita’; oriundo del proyecto Manuel de Jesús Jiménez en Oreamuno de Cartago. Esa es una comunidad en la que las drogas están al acecho así como la delincuencia y la agresividad, pero de la cual David logró salir sin contaminarse y para convertirse en un gran deportista.
Su apodo surge de sus inicios deportivos, cuando como boxeador le regalaron una medalla, simbólica, que le sacó las lágrimas. La limpiaba todos los días con ‘Nais’ y la portaba a cualquier lugar adonde fuera. “Era regalada, pero a todo mundo le decía que la gané en una pelea, para darle más valor del que tenía”, dice.
Con 23 años, Jiménez admite que su vida ha estado plagada de momentos difíciles por condiciones socio-económicas. Sin embargo, no omite recordar con orgullo su pasado, vivido en aquella localidad cartaginesa.
“Es un pueblo donde es muy difícil vivir, se ha convertido en uno de los pueblos más complicados por la delincuencia (…) Pero mis papás nos enseñaron a trabajar y a estar alejados de todas esas cosas y hoy mi mamá salió de vivir ahí (del proyecto) hacia las cercanías del estadio Fello Meza, porque tenía a mi hermana en crecimiento y para mantenernos alejados de todas las cosas que se veían ahí”, explicó Jiménez.
‘Medallita’ logró ganar la presea de bronce en los Panamericanos y no pudo clasificar a la final de la categoría -52 kilogramos por una decisión del juez estadounidense Antonio Vargas. Ese día, ‘Medallita’ lloró de rabia, una muestra de ese carácter fuerte que lo caracteriza desde niño.
Entre sus recuerdos más preciados está el esfuerzo que hizo para comprarse su primer par de zapatos de boxeo, y aunque no eran de la mejor calidad, el sacrificio hecho para ahorrar colón por colón todavía vive en el corazón de David, acostumbrado a ganarse su propio dinero, con tal de no incomodar más a sus padres.
“Es ahí donde uno tiene que amarrarse los pantalones, tener el carácter y decidir qué es bueno para uno (…) Siempre llegan las personas a decirle que pruebe tal cosa y de todo lo que existe, ahí es donde uno tiene que tomar la decisión. Ese siempre fue mi caso, siempre dije que no a todo, sabía que eran cosas malas (…) Hoy puedo mirar a la cara a cualquiera y decir que soy un hombre recto”, añadió ‘Medallita’.
David está casado desde el 8 de diciembre de 2013 con Daniela Cubillo, y son padres de dos niños. Su papá se desempeñó como misceláneo en el Parque Industrial de Cartago y su madre fungía como empleada doméstica para sacar a la familia adelante, una familia donde hay dos hermanos más: Andrey y Ashley.
“Todavía tenemos sueños, metas por cumplir y ahorita se viene el Campeonato del Mundo, donde tenemos que clasificar y luego de ahí, en el Mundial luchar fuerte porque estarán dando plazas para los Juegos Olímpicos (Río 2016). Posterior a eso tendremos el preolímpico para lograr el objetivo”, recordó el boxeador.
¿Su mayor satisfacción?
Jiménez, quien inició en el boxeo desde los 11 años, no titubea cuando se le consulta por su mayor satisfacción gracias al deporte, su sencillez cede y cita la oportunidad de montarse en un avión, hospedarse en ‘hoteles cinco estrellas’ o probar comida extranjera.
“Esas son cosas que lo llenan a uno y lo motivan para seguir adelante, trabajando fuerte para lograr más cosas”, externó David.
Su principal consejo a aquellos jóvenes que viven con problemas de adicción a drogas es buscar ayuda y una ‘luz’ que los permita salir de ese camino oscuro. “He conocido muchas personas que han estado involucrados en esas cosas, han logrado salirse y son personas trabajadoras, que da orgullo verlas a la cara; se ganan la vida de una manera digna”.